2006/03/07

A esconderse… ¡Que viene la basura!


Si hiciéramos un recuento, con las situaciones más desagradables a las que se puede ver enfrentado un profesional del Servicio Nacional de Astronomía, existen varias opciones que se disputan el primer lugar…

Muy recordado es el caso de Panchito, un muchacho de la pudiente comuna de Continencia. Este chiquitín era total y absolutamente consecuente, llamaba a los horarios más inverosímiles, para preguntar las cosas más inverosímiles… ¿A qué hora será el próximo eclipse?, ¿Puede chocar la luna contra la tierra?, ¿Por qué las estrellas no se caen? . Fue una época dorada. Llegó a elaborarse un rol de turno especialmente para atender al mozalbete. Pero como no hay mal que dure cien años… el chiquitín maduró y se dio cuenta que podía reportarle mejores dividendos el corretear féminas de su edad.

Fueron largos años de calma y amodorramiento…

Hasta que a alguien se le ocurrió abrir una oficina de atención a la prensa (dicen que a Bigar Zenda) en el céntrico barrio de Cortales, frente a al parque de Pinta Roncal.
… Fue el comienzo del fin.
Cualquier persona sensata creería que un tema tan insípido como la astronomía, no iba a interesar a nadie…
¡Faaaaaaaalso!
A partir de ese día todo cambió. Fue el fin de la vida campechana. Cada día comenzaba con uno o varios contactos en directo, con algún canal de televisión o radio o periódico o pasquín… o lo que sea.
¡¡Estamos al aire, aire, aire, aire, aire…!!
Todos fuimos víctima alguna vez del periodista ingenioso de turno… Ese que te hacía una pregunta tan ingeniosa, que rayaba en la imbecibilidad.
Bueno, eso ya no importa… igual los queremos…., pero muuuuuy lejos.
Me voy, tengo que ir a atender a los señoritos de la prensa.