2008/02/04

Yo estuve ahí

Es increíble como la vida nos empuja hacia las situaciones más inesperadas.
Con un grupo de amigos, estábamos pasando unos fantásticos días en el lago Tirulén en una cabaña del papá de Navarrete. La situación no podía ser más prometedora, habíamos conocido a unas turistas polacas que andaban en gira de estudios (¡en gira de estudios… guaaajaja!), teníamos suficiente comida y litros y litros de cerveza, como para aplacar nuestros sedientos espíritus.
Llegada la noche, a uno de los muchachos se les ocurrió que jugáramos strip poker. Pensé que las chicas, tan decentes como se veían, no iban a querer.
Aceptaron a la primera.
Bueno, resultó que las chicas eran unas auténticas campeonas del póker y a la vuelta de unas manos, estábamos a medio desnudar y ellas no habían entregado siquiera un calcetín.
De repente, vi un brillo inusual en la mirada de Navarrete y empezó a mover sus manos con desmedida ansiedad… por un segundo me pasó por la mente la idea que este suertudo iba a lograr que se viera algo de la generosa anatomía de nuestras invitadas…
En eso se escucha un fuerte bramido… como si se hubiera dado vuelta un camión cargado con refrigeradores al lado de la casa…
Salimos todos corriendo, algunos a medio vestir, cuando empezaron a caer los peñascos encendidos alrededor de la cabaña…
Seguimos corriendo.
Nunca supe como dio con nosotros el helicóptero de la guardia civil, tampoco recuerdo algo del viaje aéreo, ni menos de la recepción de la prensa cuando aterrizamos.
Es extraño. Cuando vi las imágenes de nuestro rescate no sentí emoción alguna, era como si se tratara de otras personas. Volví a la realidad cuando comenzaron a pasar las imágenes de la cabaña de Navarrete, cubierta de dos metros de ceniza y rodeada de amagos de incendio… busqué con la mirada al infeliz dentro del galpón-refugio en que nos tenían…
Estaba un poco retirado del grupo y con la cabeza gacha…
Me acerqué y le dije algunas palabras para levantarle el ánimo.
-Esto no fue culpa tuya, anímate hombre… a fin de cuentas tu papá gana buena plata y luego pueden hacerse otra casa de veraneo-
Como no reaccionaba me acerqué un poco más,
vi que tenía un puñado de naipes chamuscados apretados con el puño,
decía algo apenas comprensible con la mandíbula cerrada…
-por la mierda... con lo que cuesta armar un full de ases-.